¿Fun­ciona de ver­dad dar las gracias?

Written by
Laura Croudace
Added
May 20, 2015

Punto de vista de una captadora de fondos recién llegada

Escrito por: Laura Croudace

​¿Cuántas veces al día damos las gracias?

Lo hacemos sin darnos cuenta. Damos las gracias cuando nos mantienen la puerta del ascensor abierta, cuando nos dejan pasar si tenemos prisa, le damos las gracias al cartero por entregarnos un paquete, agradecemos los cumplidos del tipo “Laura, el pastel de queso que has traído a la oficina hoy es el mejor que ha probado nunca”.

Lo que quiero decir es que: damos las gracias a conocidos, extraños y gente de paso todo el día. Pero, como captadores de fondos que somos, ¿damos suficientemente las gracias de forma efectiva?

Durante un evento de captadores mi grupo y yo empezamos a hablar sobre darles las gracias a los donantes. Había hablado antes en esa reunión sobre ese tema explicando, que como donante, me gustaba recibir una carta personal de agradecimiento. Nada me irrita más que recibir un correo autogenerado y estandarizado “agradeciéndome” mi nueva colaboración o donativo. Como captadora, trato de no criticar a otras organizaciones demasiado, pero ¡es difícil no hacerlo! Es mi profesión, mi pasión, mi vida, así que le dedico mucho tiempo.

En nuestro encuentro, le pregunté a mi amiga Amy cómo le daba las gracias a sus donantes en su ONG, del sector médico, ¡y con unos ingresos de 3,5 millones de libras (casi cinco millones de euros). Me quedé impresionada cuando explicó que en su organización siguen un protocolo muy estricto: tú preparas todos tus correos de agradecimiento antes del martes y los envías a la oficina central. Allí verifican que no haya “errores” y los editan hasta que quedan tan sosos e irreconocibles que podrían proceder perfectamente de una plantilla de la central. Impersonales por fin, los imprimen y envían los jueves.

Hasta ese momento, estaba rebosante de entusiasmo porque hacía una hora había pasado algo precioso en mi oficina. Había recibido un cheque de setecientas libras (mil euros) para ayudarnos en nuestro trabajo sólo porque el mes anterior le había dado las gracias a alguien. Al contrario que en el caso de Amy, escribo cada carta de agradecimiento a mano con una pluma y uso tinta de diferentes colores según el tipo de mensaje que quiero trasmitir: me gusta aplicar tanto como puedo las teorías psicológicas sobre la influencia de los colores.

Dar las gracias debería ser divertido, colorido, vibrante, interesante y, sobre todo, personal. Imagina que oyes que alguien mete algo en tu buzón, vas a ver y encuentras un sobre para ti esperando a que lo cojas. Entre un sobre blanco impreso y franqueado, un sobre blanco franqueado y la dirección escrita a mano o uno morado con la dirección escrita a mano en turquesa y un sello de primera, ¿cuál te resultaría más apetecible de abrir?

Casi nadie envía ya bonitos cartas manuscritas, quizás alguna por un cumpleaños o Navidad. ¿Cuándo fue la última vez que recibiste alguna como la que describo más arriba?

Imagínate que eres un donante, un donante que ha donado antes para tu causa. Imagínatelo, imagínatela, puede que se sienta solo o sola, o muy estresado con su trabajo, como tú o cómo yo. Cierra los ojos e imagina cuán fantástico sería abrir una nota, una carta o una tarjeta manuscrita agradeciéndote tu última donación. O simplemente tu apoyo a la causa el año anterior y el impacto que ha tenido tu donativo. Muy bonito, supongo.

¡Espera! Estoy llegando a la parte interesante. Tengo los datos que respaldan lo que digo. Puedo ver las dudas merodeando por tu cabeza. “¿Cuándo voy a tener tiempo para hacer esto? ¿No estaré perdiendo mi tiempo y recursos de mi organización?

Pues no. Trabajo para una pequeña ONG como única captadora. Llevo en ella seis meses. Durante este tiempo, he tenido que construir una infraestructura desde cero, encargándome de todos los aspectos de nuestras siete áreas de captación.

A principios de septiembre, hice una prueba: escogí a 30 donantes que habían aportado el año anterior pero nada desde entonces. Les escribí una carta agradeciéndoles su apoyo y explicándoles los proyectos urgentes en los que estábamos trabajando, como si estuviera conversando con ellos. Después me fui una semana de vacaciones. Dos días después, recibí una llamada de una colega explicándome que habíamos recibido 870 libras (mil doscientos euros) en donaciones ese día de tres donantes, la más generosa de 450 libras (seiscientos cuarenta euros). Cuando volví, habíamos recibido dos más, de 350 (quinientos euros) y 300 libras (cuatrocientos veinte euros). Una semana después recibimos otro cheque de 697,43 libras (unos mil euros) y otro por 175 (doscientos cincuenta euros).

Obviamente leí todas las cartas y casi todas mencionaban mi carta manuscrita, lo que les había sorprendido y gustado. Recibimos una queja, de un señor que me dijo que debería estar usando mi tiempo captando fondos. No quise contestarle diciendo que, al fin y al cabo, eso también era captar fondos.

Después abrí mi correo y había recibido un mensaje de uno de nuestros donantes preguntándome cómo hacer un donativo ya que acababa de heredar una “cantidad substancial”.

Y todo esto, sólo por dar las gracias

Pero, ¿qué escribí en esas cartas? Escribí como si lo estuviera haciendo a un viejo amigo.

Les agradecía su donación anterior y su fantástico apoyo de años, indicando cuántos. Les conté lo que su donación había ayudado a hacer y en lo que estábamos trabajando.

Para mí, cuidar al donante es la piedra angular de mi trabajo. Me encanta cuidar de mis donantes porque de verdad me preocupo por ellos. Lo que me hace sonreír en un día lluvioso, aburrido e insustancial es abrir una carpeta que tengo en mi ordenador llamada “FELIZ”. Es donde guardo las cartas, tarjetas y notas de mis donantes, dándome las gracias por darles las gracias.

Sin duda, leer estas cartas me da las fuerzas que necesito y me recuerdan por qué me encanta mi trabajo.

Me gusta mi trabajo de captadora de fondos porque creo que las ONG están en el centro de la construcción de un mundo mejor. Pero, lo mejor de todo, me encanta volver a casa sabiendo que he ayudado a conectar a un donante con la causa en la que de verdad cree.

¡Feliz compra de tarjetas de agradecimiento!

Justo cuando el artículo de Laura está pasando por el departamento editorial de SOFII, mirad lo que llegó como respuesta a una de las cartas personalizadas que envió Laura. Dar las gracias de forma apropiada realmente funciona. ¿O no…?

Sobre Laura Croudace: donante desde niña, Laura Croudace empezó su carrera de captadora en la Sociedad Vegana antes de cambiar en 2014 a PDSA, donde se encarga de los donantes corporativos.

Las imágenes: © Laura Croudace

Traducido por

About the author: Laura Croudace

A donor since childhood, Laura Croudace has worked in fundraising at the Vegan Society, the PDSA and Remarkable Partnerships. She is fascinated by emotions, stories and everything in between such as colour theory and philanthropic psychology. She now works as Partnerships and Engagement Manager at The Resource Alliance.

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